¿Cómo describir el ridículo de ayer? ¿Cómo hablar de la reaparición de los fantasmas de Guadalajara?
No, no hay palabras que definan el sentimiento del oviedismo tras el partido de ayer enmarcado en el contexto de una temporada tirada a la basura por la ineptitud del Consejo, por los chanchullos de Mata, por la mala planificación, por unos jugadores más preocupados por echar al entrenador que de defender la camiseta.
Si esto fuese un club normal hoy rodarían muchas cabezas, pero de momento no. Nuestra única esperanza es Gabino de Lorenzo, el mismo que trató de aniquilar y suplantar al club en 2003. Manda huevos, sí. Pero es lo que hay: o nos libramos de Bombillu y Mata vendiendo el alma al demonio o nos precipitamos por el abismo sin posibilidad de vuelta atrás.
Como no tengo nada más que decir de lo de ayer, porque está todo dicho, prometo una nueva entrada a lo largo de la semana acerca de nuestra única posibilidad de salvación: un nuevo cuerpo directivo, ajeno al actual, que resucite el zombi que en estos momentos es la institución.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)