lunes, 9 de noviembre de 2009

Sobran las palabras

¿Cómo describir el ridículo de ayer? ¿Cómo hablar de la reaparición de los fantasmas de Guadalajara?

No, no hay palabras que definan el sentimiento del oviedismo tras el partido de ayer enmarcado en el contexto de una temporada tirada a la basura por la ineptitud del Consejo, por los chanchullos de Mata, por la mala planificación, por unos jugadores más preocupados por echar al entrenador que de defender la camiseta.

Si esto fuese un club normal hoy rodarían muchas cabezas, pero de momento no. Nuestra única esperanza es Gabino de Lorenzo, el mismo que trató de aniquilar y suplantar al club en 2003. Manda huevos, sí. Pero es lo que hay: o nos libramos de Bombillu y Mata vendiendo el alma al demonio o nos precipitamos por el abismo sin posibilidad de vuelta atrás.

Como no tengo nada más que decir de lo de ayer, porque está todo dicho, prometo una nueva entrada a lo largo de la semana acerca de nuestra única posibilidad de salvación: un nuevo cuerpo directivo, ajeno al actual, que resucite el zombi que en estos momentos es la institución.

lunes, 2 de noviembre de 2009

CUESTIÓN DE SENSACIONES

Debo anticipar que yo nunca he jugado al fútbol más allá del típico partido de patio de colegio, por lo que mi visión de este deporte puede hallarse condicionada por esta causa.

En mi opinión el fútbol es una cuestión de sensaciones. A un equipo no se le valora única y exclusivamente por las ocasiones creadas o por las ocasiones concedidas. No. Los baremos para decidir si un equipo ha hecho un buen partido son otros. No es tan importante tener cinco o seis oportunidades claras de gol como que el aficionado vea que todos los movimientos, todos los pases, todo el trabajo "invisible" sin balón va encaminado a la búsqueda del gol.

En el pésimo partido de ayer ante un rival que venía muy cansado tras su victoria copera ante el Villarreal y un viaje infumable desde tierras manchegas se vio un ejemplo de lo dicho más arriba: hubo unos minutos, pocos, en la primera parte en el que el Real Oviedo se echó arriba, tocando con criterio, realizando cambios de juego oportunos, con un muy buen trabajo entre líneas y con mucha agresividad y determinación. Pues bien, en todos estos minutos no se crearon ocasiones claras de gol, y, a pesar de ello, la afición azul se animó y caldeó un Tartiere que hasta entonces parecía muerto, a excepción del Frente de SM94, fruto de la pésima tarde lluviosa y fría y del poco ánimo que le queda al aficionado oviedista.

Sin embargo estos minutos sólo fueron un espejismo. Al final de la primera parte, ya en el tiempo de descuento, se veía al capitán oviedista, Mario Prieto, pidiendo a sus compañeros que bajasen el ritmo y dejasen pasar el minuto de descuento sin que nada ocurriese. Este hecho, que a algunos les puede resultar indiferente transmite una sensación horrorosa al aficionado, porque en casa, y ante un rival mermado e inferior hasta el momento no se puede perder el tiempo si el resultado es de empate a cero.

En la segunda parte apenas vimos nada. Los jugadores locales salieron con las mismas pocas ganas como de costumbre. No se creó apenas peligro ante la portería visitante, y los rivales comenzaron a dejar pasar el tiempo, ya que para ellos un empate era un gran resultado, dadas las circunstancias. Así pues, entre la poca sangre de los locales y las ganas de que se acabase el partido de los visitantes poco se vio en unos segundos 45 minutos en lo que lo más significativo fue la tremenda pitada, la segunda en lo que va de temporada, que el Tartiere dedicó al capitán azul, Mario Prieto.

Si una afición pita a su capitán es evidente que algo hay que no funciona como es debido. Si los aficionados que pitan son oviedistas y el capitán es un canterano es que algo falla estrepitosamente. ¿Qué es? La respuesta es difícil. En primer lugar, Mario, a pesar de echarse al equipo a la espalda en Mallorca, nunca representó ni representará el sentimiento azul al igual que su predecesor, Diego Cervero. En segundo lugar Mario fue un jugador respetado por la afición hasta que ésta descubrió lo que se cocía en el vestuario azul, cuando unos cuantos jugadores se alegraron, e hicieron todo lo posible, para cesar al anterior técnico, Raúl González. En tercer lugar, Prieto está representado por el mayor cáncer del Real Oviedo, el asesor externo Juan Mata, representante en España de la agencia de representación de futbolistas Traffic, quien, seguramente, le haya conseguido un jugoso contrato que un jugador en las últimas, como Mario, no se merece, ya que hace gala ya no sólo de un más que dudoso nivel para jugar en un equipo que busca el asalto a la Liga Adelante, sino que, lo peor de todo, es su terrible falta de actitud.

La última sensación del partido de ayer fue la confirmación del oviedismo, tal y como se comentaba hace pocos días en Ovieditis y del nivel de profesionalidad del portero oviedista, Oinatz Aulestia, quien, en los últimos instantes del partido parecía querer echarse al equipo a la espalda y echarlo hacia adelante. Lástima que eso sea prácticamente imposible para un portero, porque es éste, y no otro quien debe capitanear la nave azul, por su actitud, entrega, cualidades y conexión con la grada. Eso sí, es un poco arriesgado para los, casi siempre en la cuerda floja, entrenadores azules conceder el brazalete a un portero, arrebatándoselo a un individuo con demasiado poder en el vestuario y que no ha tenido dudas en arremeter, todo lo que pudo, y con el beneplácito de los de arriba, contra Don Raúl González, hasta que éste fue cesado.